jueves, 22 de noviembre de 2007

Economía: el país de la mentira (en construcción)

En el 2000, año de resonancias apocalítpicas, México vio un proceso que parecía ser la primera experiencia democrática en su historia. Por fin, contrariamente a lo que se había venido viendo desde 71 años atrás, el Partido Revolucionario Institucional no “ganaba” las elecciones. Todo el mundo sabía que ese partido manipulaba los procesos electorales y siempre se salía con la suya. En México, la palabra “político” traía a la mente la imagen de un sujeto corrupto, ladronzuelo, poderoso, dueño de grandes terrenos, empresas y mujeres hermosas. En contraposición a eso, el flamante Vicente Fox se enorgullecía de ser “un empresario”, y enarbolaba el estandarte de la Virgen de Guadalupe. Gran fiesta en México; la gente celebraba con él en el Ángel de la Independencia. Entre los muchos ofrecimientos que hizo en su campaña figuraba un cambio en la política económica “ni las políticas populistas, ni el dogmatismo del neoliberalismo” (Tomado del sitio www.vicentefox.net por Tello, 2006), decía en su campaña. Seis años después, Fox se veía obligado a dar su grito de independencia en San Miguel de Allende por la presencia de gran cantidad de “chusma” frente al Palacio Nacional, le era imposible presentar su último Informe de Gobierno a la manera tradicional, y Felipe Calderón, el segundo presidente del Partido Acción Nacional, era abucheado en pleno Zócalo de la Ciudad de México. Al año siguiente, él y su esposa se verían envueltos en escándalos por tráfico de influencias. En noviembre del 2007 se estrenaría un documental de Luis Mandoki titulado “Fraude” en el que se explicarían a detalle las irregularidades del proceso de 2006.

Asumiendo que el tráfico y el fraude fueran solo calumnias, ¿habrán hecho Fox y su partido alguna otra cosa para merecer ese rechazo? Se conoce como Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) a un estudio que el INEGI[1] viene efectuando irregularmente desde la década de 1950. En un informe presentado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL, 2006), el lector es enfrentado con la escalofriante suma de 48.9 millones de mexicanos viviendo en pobreza patrimonial (menos de $1,586 al mes en la ciudad, y $1,060 en el campo), eso es un 47% del total; para otro 24.7%, las cifras son $969 y $690 (pobres de capacidades); los pobres de alimentación, que son 18.2% del total de mexicanos, viven con $790 al mes, y $584 en el campo. Puesto que esas cifras son por persona, incluyendo niños, tenemos que un caso típico, digamos, una familia urbana de cuatro personas que vive en el nivel más alto de la “pobreza patrimonial”, debe solventar con $6,300 pesos al mes todos los gastos: alimentación, vivienda, ropa, educación, medicamentos, entretenimiento, regalos, vacaciones, accidentes, preservativos, reparaciones, gasolina, juguetes, teléfono, electricidad, agua, etc. Si sumamos los porcentajes, tenemos que 89% de la población vive en condiciones iguales o peores. Distinguir entre “niveles de pobreza” es tan absurdo como ilustrativo de hasta dónde se puede hurgar con el dedo en la llaga. La pobreza es la pobreza. Estos son los resultados de la ENIGH de 2005. 'Pero afortunadamente', parece continuar el comunicado del CONEVAL, la pobreza ha disminuido en los últimos años: de 2000 a 2005, la pobreza menos pobre (pobreza de patrimonio) se redujo de 53% al mencionado 47%, los otros dos rubros también parecen haber disminuido (para situarse en la escala de pobreza inmediatamente superior), y concluye el informe que “aunque la reducción en los niveles de prevalencia de la pobreza entre 1992 y 2005 es estadísticamente significativa, ha sido mayor a lo que el país requiere” (Ibíd.).

Sin embargo, algunos indicadores de desarrollo económico, como el PIB per cápita, el empleo y la inscripción de trabajadores en el IMSS en el periodo de esa “reducción en los niveles de prevalencia de la pobreza” (2000-2004), han motivado estudios sobre la confiabilidad de la ENIGH (Damián, 2007), pues muestran valores contrarios al crecimiento económico que se supondría detrás de esos resultados “estadísticamente significativos” de la encuesta; el análisis demuestra que no se tomaron en cuenta los cambios en la metodología de las diferentes encuestas, lo cual invalida el estudio como indicador de una evolución temporal de la pobreza, y como se mencionó, la existencia de “una gran inconsistencia de la información recabada por la encuesta, y otros indicadores económicos (como el PIB, el gasto social, el empleo, etc.)” (Ibíd.).

Pero continuemos con la buena voluntad; además de declarar inocentes de fraude a Fox y a su mujer (a pesar de las múltiples acusaciones), de considerar que las elecciones de 2006 fueron limpias (cada quien puede informarse por su cuenta), y concluir que la ENIGH está bien realizada (no somos expertos en metodología de la investigación), lo que no se puede negar es que una pareja que vive con $1,200 pesos al mes no vive en el campo, sino en la miseria, ni que así viven 19 millones de personas en México. 25 millones malviven con poco menos de mil pesos al mes. Cualquier disminución “estadísticamente significativa” de la pobreza, de ser real, no dice nada en los términos dolorosamente significativos de la realidad: sólo hace falta abrir los ojos y ver cualquier pueblo en las montañas de Guerrero, o las comunidades indígenas de Chiapas, o si no se tienen los recursos económicos para hacer el viaje, se puede tomar el camión y visitar las ciudades perdidas de una ciudad cualquiera para darse cuenta de lo que significan esas cifras. El lugar común "cincuenta millones de mexicanos viven en la pobreza" considera que no es pobre un hombre que debe sostenerse a él, a su esposa y a sus dos hijos adolescentes con seis mil pesos al mes. No es el 50, es el 90%.

¿Qué hicieron Vicente Fox y su gobierno para ganarse el rechazo de la población? Mentir sobre el fin de las mentiras. Fox “no propuso [a los otros órganos de gobierno], como prometió en su campaña, un cambio en el modelo económico. Siguió el mismo, aunque operado con menos talento y oficio” (Tello, 2006). Lo demuestran las cifras del Banco Mundial:

Por su parte, el Banco Mundial afirma que la pobreza en México se mantiene en niveles inaceptablemente altos y ofrece como estrategia de asistencia al País mayor endeudamiento a partir de 2004 y hasta el 2008. Y es que los niveles actuales de pobreza son similares a los registrados a comienzos de los años 90, hecho que muestra que los últimos 15 años han sido una pérdida en combatir esa condición que afecta a mas de la mitad de los mexicanos. Más del cincuenta por ciento de los habitantes del país son pobres, debido en gran medida a la gran desigualdad en los ingresos, la décima parte más rica de la población gana mas de 40 por ciento de los ingresos totales, mientras la décima parte mas pobre solo obtiene 1.1 por ciento. Además contribuyen a la pobreza la profunda desigualdad regional y étnica y las diferencias en cuanto al acceso a la salud, a la educación y a los servicios públicos de buena calidad. Según el mismo BM, alrededor de 53 por ciento de los 104 millones de habitantes están en esta situación, definida como un nivel de consumo por debajo de las necesidades mínimas de alimentos básicos y algunos otros bienes no alimentarios básicos.

Cerca del 24 por ciento de la población es considerada ‘extremadamente pobre’, es decir, con un ingreso insuficiente incluso para una nutrición adecuada.” (Vega, 2005)

En un mundo ajeno a la sierra y a la selva, en un penthouse en la ciudad de Nueva York, o sobrevolando el Mar Mediterráneo, un mexicano hijo de inmigrantes libaneses cuenta sus monedas de oro: es, oficialmente, el hombre más rico del mundo. Su fortuna asciende a $67,800 millones de dólares. Con esa cantidad de dinero viven otros 24 millones de mexicanos durante cinco meses.







[1] Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática.