lunes, 12 de febrero de 2007

...¿dónde quedó el ajolote?

¿De dónde viene la curiosidad por las vidas de los animales? No creo que exista el interés "desinteresado". La extraña metamorfosis selectiva del ajolote se me antojaba como un berrinche biológico: eso de convertirse en salamandra sólo si hay suficiente yodo en el agua... Pero así son las cosas del ajolote.
La primera entrada de este blog data de hace unos siete meses. Unos antes, Naxos mandó un correo con peticiones para el envío de correo electrónico a sus cuentas, en el que venía la dirección de su blog. No tenía idea de lo que era "un blog", así que fui, me gustó, y quise tener uno propio. Luego me enteré que World Bridger también tenía uno.
Empecé a meter entradas sin pensar mucho en el tema, apenas con la intención de llenarlo con lo que fuera para empezar a importunar a mis conocidos para que lo leyeran. Luego me entusiasmé y le fui añadiendo ligas, la biblioteca digital "El Dragon Master", y una sección para changarros, que hasta el momento sólo incluye una página mía que sigue en construcción. Pero me fui dando cuenta de que la mayor parte de las entradas eran de crítica a algo o alguien, especialmente a las ideas establecidas y generalizadas, las manifestaciones del pensamiento único y la aceptación de las realidades que tratan de inyectar los medios masivos de manipulación. Por eso, cuando empecé a meter videos de vaqueros brasileños tuve la sensación de que ya no venían al caso, y empecé a cosiderar el dedicar el blog al tema que parecía dominante: la crítica. Luego abandoné al ajolote unos meses, aunque estuve haciendo algunas entradas que quedaron en nivel borrador, hasta que hace como veinte días escribí lo del acocil; luego vino una avalancha de trabajo y hace una semana, en un tiempo libre, me dediqué a quitar lo que no era crítica en este blog.
Así, se quedaron las entradas sobre política, el video de Oaxaca y otras cosas; quise dejar las entradas turísticas porque me divierte releerlas, y porque de cierta forma también hacen crítica. Quité también mis propios comentarios, excepto los de la primera entrada, porque me producía cierto desagrado leerlos: algo parecido a escuchar la propia voz en una grabación.

El ajolote queda entonces como un espacio para la crítica, la disidencia, la iconoclasia, la deconstrucción y la negatividad en general. El ajolote es mi forma de afirmar mi derecho a decir NO.