miércoles, 14 de febrero de 2007

Economía: gestos piadosos y sueldos de funcionarios

Me puso de buenas, hoy en la mañana, leer la última de Vicente Fox: Vargas Llosa, Nóbel colombiano... La resaca por los chochos que tenía que tomar en las postrimerías de su "mandato" le habrá confundido el nombre del peruano con el de García Márquez. Pero, ¿ya nadie le checa sus discursos? ¿O de plano no le importa? No lo culpemos, después de todo no es más que un empresario que se fue a meter en política, se sabe que los hombres de negocios no suelen ser muy cultos, de hecho, su único chiste es esa avidez malsana por acumular riquezas, tal vez en sus vidas pasadas hayan sido pordioseros o campesinos miserables de la era de Porfirio Díaz y todavía les atormente el recuerdo del hambre.

Ayer en la noche veía el programa de Denisse Maerker; invitó a Carlos Elizondo, investigador del CIDE, y a un funcionario del IFAI que también fue del CIDE, pero no me acuerdo de cómo se llamaba. Estaban hablando sobre los salarios de los políticos, estratosféricos, como es ya del dominio público gracias a las políticas de transparencia. Pero aquí no somos paleros de los gestos de buena voluntad, como esa famosa transparencia: los gestos son sólo gestos, apariencia, cosas de la caverna. Montones de expedientes sobre la pasada administración que no se van a poder abrir hasta dentro de no sé cuanto tiempo muestran que esa transparencia está medio translucida, por no decir opaca y hasta manchada. Y luego, puede que la información esté ahí, pero hace falta descifrarla para arrancarle verdades. En esta entrada vamos a presentar algunos datos interesantes sobre el manejo de los fondos públicos; se podrá ver cómo este gobierno de Dios, la Virgen de Guadalupe y esas cosas está compuesto por gente medio ratera, así a lo vulgar, aunque les guste presumir de elegantes (aunque desde luego no lo son).

Veamos algunas cifras. Según el INEGI, en 1990, las remuneraciones totales de la población asalariada se dividían así: 68% para el sector privado y 32% para el público. Para 2003, esas remuneraciones eran de un 64% para el sector privado y un 36% para el público; un aumento de 4% en las remuneraciones de la gente que trabaja en el gobierno, con la consiguiente disminución en las remuneraciones de la gente que recibe su salario de empresas privadas. En otras palabras, en 2003, dos terceras partes del total de la nómina registrada en el país sirvió para pagar los salarios de las 26.895.794 almas que trabajaban en el sector privado en ese año, y la otra tercera parte corresponde a los que trabajan en el sector público, que eran 4.785.331 en 2003. Si consideramos porcentajes, tenemos que el 15.1% de los asalariados (los que trabajan en el gobierno) se lleva el 36% de la lana, mientras que el 84.9% restante le toca el 64% (sector privado). Es decir, el 15% de la población no gana el 15% del dinero disponible en sueldos, sino el 36%. Hasta aquí vemos que, efectivamente, al que trabaja en el gobierno le va mejor de lana (Tablas No. 1 y 2).

Veamos ahora los salarios en particular. Por aritmética básica, los salarios medios tienen que ser más altos en el sector público, y así es: en 2003, el sueldo de, por decir algo, un gordo inútil (el "licenciado") que se dedicaba a poner sellos y acosar sexualmente a sus dos secretarias (no menos inútiles) en la SHCP, era de $13.761,42 pesos, contra los $4.232,58 que se llevaba a casa el gerente del Oxxo del turno de en la noche.

Por otro lado, si ve usted las tablas adjuntas que pacientemente elaboró el Ajolote, verá que no sólo ha crecido el porcentaje que se lleva el gobierno a lo largo de los 13 años que contempla este breve estudio (Tabla No. 1), sino que el gobierno del cambio también ha sabido ir aumentando el salario medio de sus eficientes burócratas (Tabla No. 3): en 1990, el empleado de gobierno ganaba poco más del doble que el del sector privado, en 2003, poco más del triple.

Argumentos típicos al respecto: "ganan lo justo", "son puestos necesarios", "en la iniciativa privada se gana más". Respecto al primero de ellos, acepto que habrá gente muy valiosa en el gobierno, pero también hay mucha gente, tal vez la mayoría, que se dedica a rascarse la panza y hacer sus bisnes en la oficina, comiendo tortas de jamón, y para la gente tan valiosa, ¿es justo que ganen 50 veces más que un albañil? ¿Son 50 veces más valiosos que él, o que usted o que yo?

Finalmente, se ha visto ya que por mucho que se gane más en la iniciativa privada (a niveles directivos, desde luego, porque no es lo que indican las cifras presentadas), por mucho que Fox haya sido el Director o Presidente de no sé qué coño de Latinoamérica, es evidente que el mayor atractivo de los puestos de gobierno no es el sueldo en sí, sino la posiblidad de hacer otros bisnes: desde darle preferencia a un vendedor de tortas o al otro (si me da la mía gratis) hasta conceder contratos multimillonarios al mejor postor. Y, desde luego, la mera satisfacción visceral de ejercer el poder. De esa forma, las reducciones a los sueldos de algunos funcionarios no son más que ejemplos de las típicas concesiones, los parches que se le van poniendo al sistema cada vez que se resquebraja por algún lado. Se reducen lo que roban con permiso del pueblo, para poder mantenerse en su posición y seguir robando por debajo del agua.


lunes, 12 de febrero de 2007

...¿dónde quedó el ajolote?

¿De dónde viene la curiosidad por las vidas de los animales? No creo que exista el interés "desinteresado". La extraña metamorfosis selectiva del ajolote se me antojaba como un berrinche biológico: eso de convertirse en salamandra sólo si hay suficiente yodo en el agua... Pero así son las cosas del ajolote.
La primera entrada de este blog data de hace unos siete meses. Unos antes, Naxos mandó un correo con peticiones para el envío de correo electrónico a sus cuentas, en el que venía la dirección de su blog. No tenía idea de lo que era "un blog", así que fui, me gustó, y quise tener uno propio. Luego me enteré que World Bridger también tenía uno.
Empecé a meter entradas sin pensar mucho en el tema, apenas con la intención de llenarlo con lo que fuera para empezar a importunar a mis conocidos para que lo leyeran. Luego me entusiasmé y le fui añadiendo ligas, la biblioteca digital "El Dragon Master", y una sección para changarros, que hasta el momento sólo incluye una página mía que sigue en construcción. Pero me fui dando cuenta de que la mayor parte de las entradas eran de crítica a algo o alguien, especialmente a las ideas establecidas y generalizadas, las manifestaciones del pensamiento único y la aceptación de las realidades que tratan de inyectar los medios masivos de manipulación. Por eso, cuando empecé a meter videos de vaqueros brasileños tuve la sensación de que ya no venían al caso, y empecé a cosiderar el dedicar el blog al tema que parecía dominante: la crítica. Luego abandoné al ajolote unos meses, aunque estuve haciendo algunas entradas que quedaron en nivel borrador, hasta que hace como veinte días escribí lo del acocil; luego vino una avalancha de trabajo y hace una semana, en un tiempo libre, me dediqué a quitar lo que no era crítica en este blog.
Así, se quedaron las entradas sobre política, el video de Oaxaca y otras cosas; quise dejar las entradas turísticas porque me divierte releerlas, y porque de cierta forma también hacen crítica. Quité también mis propios comentarios, excepto los de la primera entrada, porque me producía cierto desagrado leerlos: algo parecido a escuchar la propia voz en una grabación.

El ajolote queda entonces como un espacio para la crítica, la disidencia, la iconoclasia, la deconstrucción y la negatividad en general. El ajolote es mi forma de afirmar mi derecho a decir NO.