Política: ¡Gracias, Mr. President!

- un espacio para la crítica, la disidencia, la iconoclasia, la deconstrucción y la negatividad en general - ...una disculpa por los pop-ups del mundo de inglés de disney...
Estrenando formato, como en los primeros blogs, Axólotl se complace en presentar algo encontrado en el ciberespacio.
Comentario de Carlos Lemus. Escrito el 10 de octubre de 2006
Debo admitir que el ensayo “Embriaguez Histórica” de Enrique Krauze me inquietó más de lo que usualmente me incomodan ciertas cosas que leo. Lo he leído varias veces y, después de una semana, sigo sin poder señalar con exactitud qué es lo que me inquieta. Pude haber dicho “qué es lo inquietante,” pero, la verdad, como yo soy quien le interpreta, me considero el único responsable de la contrariedad. No estoy en desacuerdo con varios de sus puntos. Incluso, considero que son acertados. Sin embargo, tal y como Krauze mismo describe al recapacitar sobre una reflexión de Paul Valéry que en algún momento creyó exagerada, yo creo que Krauze exagera en su interpretación de AMLO como un megalómano delirante dispuesto a apropiarse de la historia para beneficio propio. Y no tanto porque no sea verdad, sino porque AMLO no monopoliza esas condiciones.
Supongo que como Krauze ha publicado el ensayo como comentario, y no porque lo haya hecho en su revista, tengo que respetar que su opinión no haga uso de la falsa objetividad de los medios para balancear el contenido incluyendo otros ejemplos de megalomanía, como el caso de Felipe Calderón, por ejemplo. Asumo, sobretodo, que como historiador—quien incluso ha escrito ensayos biográficos sobre personajes de quien AMLO se ha apropiado—él debe saber más que yo. Lo irreconciliable del ensayo es, sin embargo, que como historiador hable de la diversidad de perspectivas que suman la realidad histórica Mexicana, que amoneste a AMLO arguyendo que la historia política de México no es un retrato en blanco y negro, o que explique que la realidad es una película sin libreto, pero que, paradójicamente al hacer estas aseveraciones, tome partido, polarice la historia y escriba un retrato en blanco y negro con el comentario representado en las páginas de su revista.
Tal vez porque Krauze cree que la historia no puede monopolizarse, en lo que estamos de acuerdo, haya decidido escribir y propagar “su versión” a través de su revista. Ese esfuerzo es laudable y merece leérsele. Yo seguiré leyendo la revista, como leo otras, para estar al tanto de unas cuantas de las múltiples versiones de la historia. Sin embargo, yo me pregunto: ¿Que pasará dentro de 100 años si la revista “Letras Libres” se convierte en un archivo oficial de la historia de México? Si un historiador astuto puede interpretar el ensayo de Krauze como un ejercicio disidente ante las condiciones contemporáneas de la política en México (que ejemplifica una de las microhistorias que él mismo alude), entonces su propio argumento encontrará validez histórica. Pero, como revista establecida que puede archivarse en bibliotecas, como revista que la mayoría del pueblo no compra porque no sabe leer o porque no tiene el dinero para adquirirla, o como revista que representa la versión histórica aceptada por sus propios editores, ¿qué tal si en el futuro los historiadores la interpretan como voz oficial del pueblo para reconstruir la historia política de México en el 2006? ¿Habrá entonces oportunidad para incluir en esa reconstrucción voces disidentes, microhistorias que no fueron publicadas en la revista o que no pudieron ser archivadas en medios alternos?
Las voces disidentes abundan en la historia y no siempre han recibido la atención que se merecen. De vez en cuando llegan historiadores como Howard Zinn, James Loewen, o Studs Terkel para reconstruir esa historia a través de las propias voces de los disidentes, que en muchos casos son quienes crean la historia. El archivo histórico sugiere, sin embargo, que los vencedores escriben la historia a su favor y callan a los disidentes. No por nada, aunque el 2 de Octubre de 1968 en Tlatelolco no se olvide, la masacre permanece como pie de página en los libros oficiales de la historia de México. Existen miles de textos reseñando la verdadera historia del 2 de Octubre, pero, al ser voces disidentes sin apoyo de medios establecidos, han sido desdeñadas. El “New York Times” puede publicar falsedades, y aunque se retracte semanas después en letra microscópica, el daño ya está hecho y nunca pierde su estatus en el pedestal de la noticia. Pero si cualquier periódico disidente publica verdades, las razones regularmente son cuestionadas como motivos ulteriores.
Yo respeto que Krauze haya publicado su opinión, aunque ésta implique la paradoja antes mencionada y lo haya hecho en el medio establecido que representa su revista. Por eso, al leer cualquier reflexión histórica—incluyendo la de Valéry, la de Krauze, o la mía—sugiero tomar en cuenta una reflexión de Buadelaire, que nunca se me ha hecho exagerada, en la que propuso que la historia debe de escribirla el pueblo y no los agentes del poder establecido.
Me llaman Carlos Lemus. Para comentarios, quejas, o alusiones
peyorativas a mi Madre, que son bien recibidas porque está enfermita, por favor visiten www.trovanguardia.blogspot.com
El formato. Toda la acción de cada temporada se desarrolla "en 24 horas". Como línea dramática es excelente, pues mantiene la tensión y el suspenso todo el tiempo, uno no quiere perderse ni un minuto (el tiempo cobra muchísima importancia), sin embargo, tiene la ventaja de que puede uno llegar a medio programa, a media temporada, y conectarse con la trama en pocos momentos, porque la línea general es bastante simple: unos terroristas árabes amenazan la seguridad nacional, Jack Bauer hará todo lo posible por detenerlos; habrá obstáculos internos (como considerar los derechos humanos o la diplomacia internacional), pero a Bauer le importan los fines, no los medios.
El tono. Todo el tiempo hay situaciones críticas: hay que interrogar a un testigo que se está muriendo, atrapar a un terrorista con bomba en una escuela (con todo y niños), volar una avioneta con un arma nuclear activada, etc. La tensión es constante, y Jack Bauer nunca come ni duerme: no se puede descuidar ni un momento. Nunca se da una situación humorística o sexual. Cualquier ser humano sufriría un colapso nervioso en el capítulo siete, pero no Jack Bauer.
El tiempo. En unos pocos segundos se mandan cientos de correos a CTU y un gordo identifica al contacto chino que mandó los planos del chip. No existe el tráfico: en doce minutos, Cloe sale de CTU, llega a los suburbios a la casa de una informante, es atacada por un tipo armado, sale de la casa, se encierra en un auto, pide a CTU la combinación de la reja de protección del carro, se la dan, saca el arma que estaba en el asiento de atrás, sale del carro, mata al terrorista, llega el apoyo, resuelve el problema mientras la examina el médico y regresa a CTU. Todo en doce minutos. Evidentemente, esto es imposible hasta para un gringo, pero esta distorsión temporal es igual a la de Star Wars (por ejemplo, Luke recibe todo su entrenamiento en Dagobah mientras Han y los otros pasan un rato escondidos en un asteroide), y de hecho es una técnica narrativa. Hay una incongruencia entre el tiempo declarado en la anécdota y el tiempo real que toman las cosas, igual que en los sueños. El espectador está en un espacio con características del sueño.
La moraleja. Tras resolver definitivamente el problema, Jack Bauer finalmente se echa a llorar en su camioneta, pero suena el teléfono... Bauer se suena los mocos, contesta, escucha instrucciones y dice "I'm on my way"... luego los créditos de fin de temporada. Un amigo de Bauer se atora en la mano un dispositivo químico para evitar que se lo lleve el terrorista (el dispositivo estallará en dos minutos); la única solución es cortarle la mano con un hacha. La hija psicótica de una mujer de CTU tiene un brote a mitad de una situación crítica de seguridad nacional... la mujer tiene que descuidar a la hija por el trabajo; la hija se suicida; la mujer sigue trabajando. Situaciones como estas nos muestran un mensaje de la serie para el ciudadano común: una vez que se ha identificado psicológicamente con Jack Bauer (y ¿cómo no?, si es guapo, inteligente, fuerte, trabaja en CTU y trae una camioneta como la que usted quiere), es claro que para Jack (y para usted) lo más importante es el deber, olvídese de los sentimientos, de su hija loca, de la decencia, de la mano de su amigo. Bauer entra a un quirófano para exigir armado a los médicos que atiendan al testigo moribundoque trae, en lugar del sujeto que están atendiendo, aunque éste le haya salvado la vida, pues la información del chino puede ser vital para salvar al mundo. Usted es Jack Bauer y su trabajo es más importante que todo lo demás. Sea como Jack Bauer al generar ingresos para su empresa.
Otras moralejas. Nunca en mi vida he visto a un terrorista. Para mí son casi lo mismo que Yoda, los veo nada más en la tele o en juegos de computadora, a veces en las noticias. A veces matan gente, es cierto, pero ¿no será mucho mayor el número de gente que se muere de hambre todos los días? Terroristas... El otro día, una chava habló a CTU para decir que sospechaba que su novio estaba conectado con "grupos fundamentalistas", y Cloe le preguntó: "¿Terroristas?". O sea, como si todos los fundamentalistas fueran automáticamente terroristas, o como si los fundamentalistas judeo-cristianos no fueran igual de terroristas (ataques a poblaciones civiles en el Líbano, el Ku-Klux-Klan quemando negros). Pero se sabe que esta cultura de delación no es ficción: la US Air Force of Special Investigations tiene un programa en el que se les pide a los ciudadanos que reporten actividades "sospechosas", por ejemplo, alguien dibujando diagramas o haciendo preguntas sobre las bases militares, o un conductor que se presenta ante una caseta de vigilancia y quiere entrar sin ID, o dice que está perdido. Vigilancia ciudadana, igualito que en los peores tiempos de la URSS, como en 1984, con las cámaras y todo. El único terrorista es el régimen (ojo, no el gobierno), que infunde el terror entre sus ciudadanos.
El discurso de un lider terrorista dice que la bomba que harán explotar es un castigo por su ignorancia, por hacerle caso a su gobierno que sigue de imperialista e intervencionista. Claro, todos los gringos lo han escuchado, a algunos les vale, a otros no. Pero, ¿cómo entender un mensaje así en un programa profundamente americano? ¿Se estarán autodestruyendo, como algunos dicen que pasó con las torres gemelas? Para nada. La serie "24" no la inventó el gobierno ni el anti-gobierno, la inventó la corporación mediática Fox, parte clave de la maquinaria neoliberal, pues su misión es ayudar a la "mano invisible" (¿será invisible la mano de Carlos Slim en México, o se le embarrará de mierda cuando se limpia el culo como a su más humilde esclavo?) con la propaganda y el adoctrinamiento. El gobierno y sus gorilas marines son los que invaden los países, pero lo hacen por la presión de los grandes inversionistas, los dueños del capital, las corporaciones, etc. El ideal neoliberal es que el gobierno intervenga lo menos posible en los asuntos del mercado... más ideal sería tener el pie en el cuello del gobierno, ¿no lo creen así, señor Coppel, señor Azcárraga, señor Salinas?
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